martes, 12 de noviembre de 2013

Intimidad.

Se encierran, se sientan, se miran, se acercan. Lentamente se empiezan a besar, se fusionan. Comodidad. Se van acariciando mientras sus labios sigue unidos, cabeza, cuello, espalda...

Cada vez los cuerpos están más juntos, se tumban. Siguen con las caricias, sin cansarse en ningún momento. Comienza un beso más rápido, más apasionado. Las caricias pasan a ser mas confidenciales, más íntimas, más de los entre dos.

Él le quita la camiseta, ella le desabrocha sus vaqueros. Poco a poco el suelo se vuelve una manta de ropa. Sujetador,  calzoncillos... Se abrazan desnudos.

Se siguen besando. Ella se recoge el pelo, él la sigue besando por todo el cuerpo, sin dejar un rincón. La besa, la muerde, la sabe tratar.

Él delicadamente se pone sobre ella, la vuelve a besar, la llena. Los corazones se agitan, van a ritmos acelerados. Bailan sobre las sábanas. Sólo existe ese instante, no hay nada más para ellos alrededor. Ella lo hace suyo, él la hace suya. Se susurran, gimen.

La cama se vuelve un santuario, un paraíso. Se recorren mutuamente, a veces rápido, a veces lento. Se agarran salvajemente, se muerden, se clavan las uñas, se vuelven a acariciar. Las sábanas empiezan a impregnarse de sudor y mas fluidos, dan asco, no les importa, es su momento. No paran quietos, a veces arriba, a veces abajo, de lado o como se les vaya ocurriendo. Fluyen.


Todo termina. Se besan. Se abrazan. Se miran. Duermen.



Fyah Lady

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